La vida del Sol
En el principio, no había más que frío y oscuridad entre los átomos que acabarían convirtiéndose en el Sistema Solar. Hace 4600 millones de años no existía el Sol, solo una rala nube formada por los restos de estrella más antiguas, con elementos forjados en cataclismos anteriores.
Entonces, sucedió algo.
Quizá la gravedad de algún nómada celeste sacudió la nube. O tal vez el viento de una estrella más distante arrastró sus átomos, como la brisa amontona las hojas. Sea como fuere, estos comenzaron a concentrarse hasta que el material se calentó lo suficiente para que el hidrógeno se fusionara y se convirtiera en helio. Había nacido el Sol, y no mucho después lo haría la Tierra. Menos de mil millones de años más tarde surgieron las primeras formas de vida, al menos en este planeta. Y aquí estamos ho.
Esta historia es la que ha contado la ciencia durante décadas: el nacimiento del Sol, una época aburrida y luego la aparición de la vida. Sin embargo, los nuevos telescopios espaciales, el floreciente campo de la cosmoquímica y algunas técnicas genealógicas inspiradas en la biología están ayudando a reescribir una biografía mucho más rica. Hoy sabemos que nuestra estrella no siempre fue solitaria. Una vez tuvo hermanas, e incluso podría haber adoptado uno de sus planteas. Y también tuvo, a falta de una palabra menos antropomórfica, una madre: una estrella gigante cuya corta vida enriqueció el material embrionario del sistema solar. Dicho material pudo haber permanecido aislado del resto de la galaxia durante al menos 30 millones de años; una gestación prolongada que no deja traslucir lo rápido que el Sol formó los planetas.
Incluso la futura madre del Sol está adquiriendo una nueva dimensión. Dentro de unos 5000 millones de años agotará sus reservas de hidrógeno, se enfriará y se hinchará hasta convertirse en una gigante cuyo borde exterior podría tragarse la Tierra. Pero aún se ignora cómo afectarán los estertores del Sol al medio interestelar, a la formación de futuras estrellas y a la galaxia en su conjunto.
Es posible que el propio Sol se convierta en “madre”, y propicie la formación de nuevas estrellas, y quizá se rodee de nuevos planetas antes de morir.
Aprender más sobre el pasado, el presente y el futuro del Sol no solo está reescribiendo nuestra historia. Solo hay una estrella que podemos conocer de cerca. Lo que averigüemos sobre ella arrojará luz sobre las demás.
¿Qué es el espaciotiempo?
Las personas siempre hemos subestimado el espacio.
A fin de cuentas, no es más que vacío; un telón de fondo para todo lo demás. De igual modo, el tiempo simplemente transcurre sin cesar. Pero, si los físicos han aprendido algo en el arduo camino hacia la unificación de sus teorías, es que el espacio y el tiempo conforman un sistema de una complejidad tan asombrosa que puede desafiar los más fervientes esfuerzos por entenderlo.
Albert Einstein lo vio en noviembre de 1916. Un año antes había formulado su teoría de la relatividad general, la cual dicta que la gravedad, en lugar de ser una fuerza que se propaga a través del espacio, constituye una característica del espaciotiempo en sí. Cuando lanzamos una pelota al aire, cae al suelo porque la Tierra distorsiona el espaciotiempo circundante de tal modo que las trayectorias de la pelota y el suelo vuelven a cruzarse. En una carta a un amigo. Einstein consideró unir la relatividad general con la entonces incipiente mecánica cuántica. Eso no solo distorsionaría el espacio, sino que lo desmantelaría. Einstein apenas sabía por donde empezar: “¡Cuánto me he atormentado ya de esta manera!”, escribió.
El físico nunca llegó demasiado lejos en ese empeño. Incluso hoy existen diferentes propuestas para formular una teoría cuántica de la gravedad. Sin embargo, las dispuestas al respecto eclipsan una importante verdad: todos los planteamientos implican que el espaciotiempo se deriva de algo más profundo, una idea que rompe con 2500 años de pensamiento científico y filosófico.
¿Qué es la materia oscura?
Una escurridiza sustancia presente en todo el universo ejerce múltiples efectos gravitatorios observables, pero elude la detección directa.
Los físicos y los astrónomos han determinado que la mayor parte de la materia presente en el universo es “materia oscura”: una sustancia cuya existencia puede deducirse a partir de sus efectos gravitatorios, pero no a través de interacciones electromagnéticas, como las que encontramos en la materia ordinaria.
A pesar de ser uno de los conceptos más simples de la física, la materia oscura resulta desconcertante desde una perspectiva humana. Tenemos cinco sentidos, y todos ellos tienen su origen último en las interacciones electromagnéticas.
La vista, por ejemplo, se basa en nuestra sensibilidad a la luz: ondas electromagnéticas de cierta frecuencia. Podemos ver la materia usual porque los átomos que la forman emiten o absorben luz. La carga eléctrica de los electrones y protones es la razón de que podamos ver.
Archivo Sonoro
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